Adiós Europa de los Estados. Hola Europa Vernacular.


Una muerte anunciada

La Europa de los estados artificiales, creados en el siglo XVIII, ha fracasado. A estas alturas, es evidente que nunca tendremos una Europa unida, al menos tal y como se ha planteado hasta ahora. El Brèxit, ahora ya consolidado, es el punto de partida del progresivo desmantelamiento que veremos en los próximos años. Contemplaremos las postrimerías de una UE que nunca estuvo realmente unida.

Hay varias razones que explican la decadencia del sueño abortado europeo. Para empezar, se ha intentó edificar la unidad de Europa sobre una realidad inexistente, dado que la Europa de los estados no es la Europa real. Es una Europa construida contra las naciones naturales, creada a costa de invasiones, represión y genocidios. Decenas de lenguas y naciones históricas sobreviven, todavía hoy, oprimidas por los estados artificiales del s. XVIII.Paradójicamente, este hecho demuestra la solidez indestructible de las naciones, que contrasta con la fragilidad de los estados.

Estados débiles, naciones fuertes

Lo vemos claramente si analizamos los orígenes. Los estados son construcciones de un día. Fruto de una boda real, una herencia imperial o una guerra exitosa. Es posible crear un nuevo estado en un solo día. Y por este motivo, son estructuras tan frágiles. Lo que nace en un día, puede desaparecer en un día. Porque sólo las sostiene la administración. No tienen base popular, ni histórica ni cultural. Y mucho menos son una realidad identitaria.


"La nueva realidad europea será, por lo tanto, regional y supraestatal. Y esta naturaleza es la propia de las naciones históricas y de las comunidades culturales."


Las naciones, en cambio, se articulan alrededor de una lengua y de una comunidad cultural y necesitan cientos de años para compactarse y consolidarse. Pero cuando lo hacen, son de una solidez natural sorprendente. Y disponen de una energía creativa insondable, proveniente de su genialidad identitaria.

Esto explica porque los estados son tan frágiles que no pueden permitirse el lujo de ceder soberanía a la Unión Europea por temor a desaparecer para siempre. Porque es evidente que si el gobierno de España cede soberanía a la UE, los catalanes, los andaluces, los gallegos, los vascos y los castellanos, verdaderas comunidades históricas, culturales y nacionales, lo aprovecharán rápidamente para deshacerse del estado que las oprime y empobrece.

Lo mismo ocurriría en Francia, con los occitanos, los bretones, los alsacianos, los catalanes, los francos, los normandos y los vascos, que enseguida recuperarían su esencia nacional natural. O en Italia. O en Gran Bretaña. O en Alemania. Etc.

Las entidades fantasma y la nueva Europa Vernacular

A día de hoy, los estados europeos son entidades fantasma, completamente superadas. Son fósiles, son reminiscencias de otro siglo. Para la economía global, el tamaño de los estados del siglo XVIII es un obstáculo. Presentan un grave problema de encaje. Hay estados que no son lo suficientemente pequeños para tratar lo local de manera adecuada ni demasiado grandes para competir con los enormes conglomerados como son China, Estados Unidos o la India. En otras palabras, son un estorbo económico y administrativo. Hablamos de Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania... estados de tamaño medio que serán laminados por debajo, por la insurgencia de sus naciones, y por arriba, por la necesidad de una cesión de sobirania evidente a las instituciones europeas.

La nueva realidad europea será, por lo tanto, regional y supraestatal. Y esta naturaleza es la propia de las naciones históricas y de las comunidades culturales, de pequeño tamaño. La nueva Europa, la que surgirá después de la derrota de la Europa de los Estados, será Europa Vernacular. Es decir, la Europa natural, la Europa histórica, la Europa cultural, en toda su diversidad y riqueza. Y esta Europa será lo suficientemente fuerte y segura como para entregar su soberanía y su genialidad ilimitada a la nueva Europa Unida.

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